EL ESPIRITU SANTO
La conciencia de la presencia del Espíritu Santo, parece haberse extinguido, hasta en la comunidad de los creyentes, por lo que, esta conciencia, es necesario que sea despertada.
Sin lugar a dudas, podemos afirmar que las únicas personas que entienden las palabras acerca del Espíritu, son aquellas que han experimentado su presencia. No podemos asumir que cualquiera que se atribuya el derecho de ser cristiano, entenderá lo que es la obra del Espíritu Santo.
La enseñanza de Juan no resulta tan obvia, pero cualquier persona que se someta a la voluntad de Jesús, podrá entender lo que Juan está enseñando en su Evangelio.
El Apóstol escribe para los creyentes, no para aquellos que se atribuyen de manera nominal a la fe cristiana; esto me hace recordar a alguien por allí, que me dijo un día: "Ay! te metiste a evangélica!. Recuerdo que le respondí: "No, quien se mete, se sale" Esto es un llamado de parte de Dios.
Juan habla del Espíritu Santo como "el Espíritu de verdad", en los versículos: 14:17, 15:26 y 16:13, utiliza muy pocas veces la palabra griega "Parakletos" para referirse al Espíritu de Dios. Juan asocia el inicio del Ministerio de Jesús con el Espíritu Santo. Juan el Bautista dice: que vio al Espíritu descender sobre Jesús, entendemos que hubo una manifestación visible del Espíritu Santo, diremos una teofanía (manifestación visible de Dios). Imaginamos que Juan estaba anticipando lo que sucedería con el comienzo de la vida espiritual de los creyentes. Juan enlaza el don del Espíritu con la declaración de perdón y retención de los pecados. El Evangelista trata de influir en los creyentes para que entendamos al Espíritu de Dios, además dice que Jesús y el Espíritu Santo estaban conectados.
Todos los creyentes, que somos humanos, necesitamos la ayuda y la guía del Espíritu de Dios, cuando conocemos y entendemos a Jesús, vemos que es como uno de nosotros en su condición de humano.
Hay algo que debemos interiorizar, y es que los creyentes no recibimos al Espíritu Santo en el mismo grado que Jesús lo recibió. En criterio de Agustín de Hipona y de Calvino, quienes coinciden en que la gracia es dada según la medida del don de Cristo (Efesios 4:7). No debemos poner en duda que es el Padre quien da el Espíritu a los creyentes.
El Bautismo del Espíritu Santo
Juan el bautista compara el bautismo que él realiza "bautismo en agua", con el que Jesús haría "bautismo en el Espíritu Santo". El bautismo de Juan era para arrepentimiento, pero el bautismo de Jesús, traería a las personas a una nueva vida, que se caracterizaría por la presencia del Espíritu Santo.
En la conversación entre Jesús y Nicodemo, Jesús le habla al fariseo de la necesidad de nacer de nuevo. Jesús primero dice al fariseo que "si no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios". Los hijos de Dios no nacieron de sangre ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, de Dios, y aquí hallamos algo de la misma verdad. El camino del reino no consiste en dar lo mejor del esfuerzo humano; requiere una vida completamente diferente, que puede llamarse un renacimiento.
Es un nuevo comienzo, libre de todos los obstáculos de la vida anterior. Nicodemo respondió con la pregunta, ¿Cómo puede un hombre nacer
siendo ya viejo?, y añadió otra más, ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Jesús le responde: "En verdad, en verdad te digo que el que no nace
de agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios"
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